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EMAIL MARKETING

Supongamos que te das de alta en un boletín o newsletter. Se entiende que es para obtener algo a cambio, un mínimo beneficio. Que suele ser información sobre productos o servicios: enterarse de ofertas, novedades del producto o del sector…

Si es un boletín de pago va aún más allá: ofertas y trato exclusivos, formación, atención individualizada, etc., etc.. Pero es el mismo principio: me apunto y me das algo a cambio.

Sin embargo, algo muy importante, a menudo lo más importante, es hacer partícipe, hacer que el cliente sea parte de algo que le interesa (porque si no le interesara mínimamente, no se apuntaría, aunque sea para ver de qué va).

Si te dedicas a algo por lo que sientes un mínimo de pasión o al menos de orgullo por el resultado, es fundamental que tus correos lo transmitan. Ya vendrán por añadidura las ofertas y las oportunidades, las informaciones y los servicios.

Si tus clientes te van conociendo como emprendedor o como empresa; si hablas del proceso, de las dificultades, de los progresos de forma atractiva, tendrás mucho más que clientes puntuales: tendrás seguidores, cómplices, una comunidad.

Pero no desde una perspectiva del «mira lo que he conseguido», sino más bien en plan: «este ha sido mi recorrido en este tema que tanto nos apasiona (o al menos interesa), y tú eres parte de esto». Y hablar del día a día, de lo que supone dedicarse a eso que tú haces.

Utiliza un lenguaje propio y auténtico, sin tópicos ni lugares comunes. Con respeto, por supuesto. Pero tus lectores no esperan amabilidad interesada ni reclamos comerciales que ya los bombardean a diario por todas partes.

Esperan que tus correos les aporten algo distinto: un soplo de aire; un pequeño cambio de rutina, un pequeño asombro, una sonrisa. Eso es lo que esperan y lo que deberías intentar proporcionarles.

Sí, también esperan información útil y oportunidades únicas. Pero todo eso llega mucho mejor cuando se ha establecido una conexión, cuando se percibe como algo más personal.

Imagen de Vlada Karpovich en Pexels