Conexiones reales generan oportunidades reales

«No le pides matrimonio a alguien que acabas de conocer».

Este ejemplo se suele utilizar en marketing y publicidad queriendo decir que hay que «seducir» primero a los clientes, darse a conocer.

Muy cierto, pero mi experiencia me anima a matizar algunas cosas (cambiemos «pedir matrimonio» por tener relaciones íntimas, que es más contemporáneo):

- No buscas relaciones íntimas con alguien a quien acabas de conocer… A NO SER QUE SE TRATE PRECISAMENTE DE ESO. A no ser que sea la finalidad de ese lugar o medio de contacto. Es decir, el contexto adecuado.

- Tampoco te sirve de mucho ponerte a seducir a quien no interesas y no vas a interesar. Puedes ahorrarte el cortejo. Es decir, a las personas adecuadas.

Solución para ahorrar mucho tiempo y esfuerzo: captar a personas que de verdad están interesadas en tu producto o servicio. Lo mejor es «dar algo a probar», como cuando te ofrecen un trocito de queso o embutido en las ferias de productos ecológicos: se entiende que no es un producto corriente, que es excepcional, así que al probarlo podremos notar la diferencia.

Puede estar muy rico, pero la memoria de esa feria y del sabor se pasa pronto. Si a ese interés de entrada, pero rodeado de muchos otros estímulos, le unimos

- explicar cómo es el proceso

- dar a conocer el entorno donde se produce, como se creó la empresa

- hacer ofertas jugosas. Ofertas en el sentido más amplio: por cantidad, por campañas, por fidelidad, por … Preferiblemente ofertas que premien la exclusividad como cliente, que fomenten y premien la participación, la involucración, la experiencia. El propio emprendimiento, por su singularidad, debe ser una oferta en sí mismo.

- mantener el cordón umbilical: responder a los correos y llamadas, hacer seguimiento de las compras, recoger información de los clientes para mejorar la atención y las ofertas. Cuida a quienes están contigo, atraerán a más clientes.

Crear conexión. Lo más directas y auténticas posibles.

Conexiones reales generan oportunidades reales.

Imagen de Erik Scheel en Pexels

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