Los de la radio sí que son buenos
CULTURA DE VENTAS
Tal como yo crecí, si no estabas allí en las gradas, tenías dos opciones de ver un partido: tele o radio.
Cuando niño, era habitual ir por la calle y que muchos hombres llevaran la radio pagada a la oreja. O si iban de camping, o de paseo con la familia, seguí teniendo su protagonismo, en sustitución de la tele.
«Los locutores de radio sí que son buenos, mejores que los de la tele», se decía. Esto era un clásico. O más bien un tópico.
Pero es injusto. No tiene nada que ver un locutor de tele, que narra lo que TÚ ya estás viendo, que uno de radio, que narra lo que ÉL o ELLA está viendo para que TÚ lo recrees en tu cabeza.
No es el mismo partido.
Mi padre que, al contrario que yo, era muy aficionado al fútbol, contaba esta anécdota:
Un locutor de radio estaba retransmitiendo un partido. En algún momento alguien que estaba allí en la cabina le dijo:
—¡Pero si lo que cuentas no se parece en nada a lo que está pasando en el campo!
A lo que el locutor respondió:
—Si contara lo que está pasando realmente, apagarían la radio.
Esa mítica, esas proezas que narran los de radio, pocas veces tiene que ver con lo que está pasando en el campo. Las emisoras compiten por la audiencia, los locutores cuentan al aficionado lo que saben que quiere escuchar. Por lo menos así era en aquella época mucho menos conectada que ahora.
Pero no es que no se supiera, no éramos tan ingenuos. Antes como ahora, quien escucha la radio ya sabe cómo funciona el juego. Y lo prefiere así. Prefiere que le dibujen un buen partido.
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Imagen: Olena Sergienko (Unsplash)
Ángel González Palenzuela
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