Gran pez, gran lección
CULTURA DE VENTAS
De niño estaba bien, se lo creía todo, aquellas maravillosas aventuras justificaban la ausencia del padre.
Pero de adulto no soporta escuchar las mismas historias una y otra vez y saber que la mayor parte de lo que siempre ha tomado por maravillosas aventuras reales es inventado y que, de lo que menos sabe, es de la parte real.
El día de su boda, la obsesión del padre por sus historias acapara la atención, desplaza al hijo y parece que niega la posibilidad de que puedan comunicarse. Y se distancian, dejan de hablarse; aunque no es oficial, tiene la excusa de que vive lejos, se comunican indirectamente a través de la madre.
Cuando el padre cae enfermo y el hijo acude con su esposa a verlo, le pide desesperadamente que le cuente quién es realmente, que por una vez se muestre tal como es.
A lo que el padre responde: «No he sido otra cosa que yo mismo desde el día en que nací, y si no puedes verlo es tu problema, no el mío».
Al final con su padre ya agonizando, el hijo comprende que la fabulación es necesaria, que es la forma de entender el mundo y de que merezca la pena. Y que una vida extraordinaria, real o hasta cierto punto imaginara, te predispone a hacer cosas extraordinarias y te da compañeros de viaje extraordinarios.
Realmente padre e hijo se parecen mucho más de lo que creían.
Para lo que nos concierne aquí, para los temas de emprendimiento y la capacidad de influir en los demás a través del lenguaje, recuerdo sobre todo una idea:
«Un pececillo no crecerá si se deja en una pecera, pero se hará el doble y el triple en un hábitat más grande».
Big Fish (2003), de Tim Burton.
Una película llena de ideas interesantes, de imágenes poderosas y de simbolismo. Se hacen pocas películas con tanta imaginación que al mismo tiempo muestren coherencia y profundidad.
Si te apañas con el inglés, aquí encontrarás unas cuantas citas de la película. Algunas cursis o tópicas (y qué importa), otras muy estimulantes: https://www.moviequotes.com/s-movie/big-fish/.
Ángel González Palenzuela
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