Newsletter vs. correos frecuentes
EMAIL MARKETING
Cada herramienta tiene su utilidad. Así que, ¿por qué no utilizar ambas?
No es solo una cuestión de contenidos o formato. Hay que pensar en la predisposición del receptor.
Son mensajes distintos para momentos distintos. Un receptor, dos actitudes.
El email marketing (si enviamos entre uno y siete correos a la semana) es para un momento breve, para rellenar unos minutos; se lee para entretenerse, para tener un estímulo, por mantenerse al día sobre un tema y no quedarse fuera.
Y se escribe con vocación de acompañar, crear familiaridad, persuadir a fuerza de constancia (se trata de vender productos y servicios, por supuesto, no de llevar un club social).
El boletín se suele utilizar como un mero noticiario corporativo. La mayoría se limitan a meter toda la información de sí mismos que consiguen, sea relevante o no, como si hubiera que «cumplir con un deber».
Como si no se pudiera hacer de otra manera.
El caso es que no tienen por qué ser tan distintos. De hecho, una newsletter es una forma de email marketing y puede servir a veces o en parte de compendio (que no repetición) de los contenidos de varios emails.
Vale, un boletín se entiende como información empresarial. ¿Pero ¿hay que renunciar por eso al lenguaje persuasivo? ¿Tiene que ser necesariamente con un lenguaje neutral y aburrido, hablando solo de la empresa y de lo que le afecta directamente?
Por su lado, los correos frecuentes aportan ideas concretas, cercanía, cotidianeidad, entretenimiento... Pero no es incompatible con que aporten también contenido corporativo, enlaces útiles, actualizaciones y novedades de la empresa.
Son estrategias distintas, tienen distinto tono. Pero no hay por qué limitarse con leyes no escritas y que sirven de bien poco.
La clave es siempre escribir poniéndose en el lugar del receptor, de lo que le gustaría recibir. Y para eso tenemos que conocerlo, provocar su reacción y participación.
Y no pretender que lea con gusto lo que no tú no leerías de otros. Tal vez, ni siquiera de tu propia empresa.
Ángel González Palenzuela
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