No me vas a convencer

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Nadie convence a nadie.

«Dar el brazo a torcer», se dice. La expresión no puede ser más clara: dejarse convencer es dejar que te ganen y haciendo pupa, reduciéndote.

Dar la razón a otro es como ser menos que el otro. Y, lo que es peor, ser menos uno mismo. ¿Ahora me tengo que replantear esto que tenía tan claro, que me hace sentir tan bien conmigo mismo?

No es fácil, no es agradable.

Pero persuadir… eso es otra cosa.

No podemos persuadir a quien no quiere ser persuadido. Si convences a alguien para que se comporte de cierta manera, es porque esa persona decide hacerlo. Aunque en el fondo no quiera, aunque lo haga por complacer a otra persona, por presión social, por imagen o por lo que sea.

Lo hacemos continuamente con las personas más cercanas. A veces persuadimos y otras veces nos persuaden.

Pero vender, ¡eso es otra cosa! «¡Cuidado, me quieren vender! ¡Eso es manipulación!».

Ah, vale, si compro algo de lo que no estaba seguro, o que no sabía que existía, o que no necesito… eso es manipular.

Pues hombre, sí puede serlo. Pero la manipulación también es parte de la vida, también se da en el ámbito privado. Y es más difícil resistirse porque son personas que amamos o con las que tenemos algún tipo de vínculo.

Partamos de que tenemos un buen producto o servicio, de que no se está mintiendo y de que se cumple lo prometido. En este caso, la persuasión consiste en mostrarte los argumentos por los que tú mismo te decides por algo que realmente necesitas o deseas.

Si hay convicción, es a uno mismo. Uno se convence a sí mismo. Y cada uno tiene sus razones.

Si compramos lo que no necesitamos es porque puede más el deseo que la necesidad. Pero en general necesitamos más lo que nos alivia que lo que nos da un beneficio.

Comprar, vamos a comprar, así que vamos a hacerlo con sentido común, evitando calentones del momento y acorde a nuestro presupuesto.

Y para eso nos conviene que existan buenos profesionales con buenas promociones. Entonces, oferta y demanda encajan, existen en beneficio mutuo.

Enviar correos con frecuencia a una lista de clientes (reales y potenciales), además de muchas otras ventajas, te da un diagnóstico de gran valor.

Los clientes diagnostican de forma continuada a la empresa. Y la empresa diagnostica a sus clientes. Y ya sabemos que, para acertar, cuanta más información, mejor.

Hablemos de persuadir a tus clientes para que se convenzan solos: contacto@potenciatuempresa.com.